Susanna Malkki dirigiendo a la New Jersey Symphony Orchestra. Foto: Fred Stucker (nytimes)

Susanna Malkki dirigiendo a la New Jersey Symphony Orchestra
Foto: Fred Stucker (nytimes)

 

El 1 de mayo escribí el segundo de los tres movimientos de una serie de post titulada «Marin Alsop en tres movimientos». Se llamaba «Baltimore» (http://wp.me/pn6PL-oa). Después el tiempo ha pasado a una velocidad casi opresiva. Más de cuatro meses para ponerme a la tarea de terminar la serie: Coral.

Recuerdo vagamente por qué quise llamar así, Coral, a la última tabla de este tríptico sencillo y admirativo. Creo que era para subrayar que Alsop no es sino una mas entre muchas grandes directoras, y que las maestras están dejando de ser una rareza, pese a la rocosa oposición de una profesión dominada como pocas por el cromosoma Y. Maestras: es elocuente que, incluso en el contexto de un blog en el que sobre todo se escribe de música, maestros evoque a directores y maestras parezca retraernos a las viejas escuelas. Bien, no es un desdoro. También aquellas mujeres hubieron de abrirse camino, y su senda permanece abierta y se ensancha. Cada una de ellas, como cada maestra orquestal, merecería dar nombre a un buque rompehielos.

He recordado que no había vuelto a escribir sobre Alsop al conocer que Susanna Mälkki es ya la primera directora titular de la Helsinki Philarmonic Orchestra en 132 años de historia de esta orquesta. Y he pensado en Simone Young, directora de la ópera de Hamburgo, dirigiendo «Lohengrin» en Viena en avanzado estado de gestación; y en Verónica Dudarova, una de las primeras en ser titular de una orquesta sinfónica; o en Karen Kamensek, directora en Hannover; o en JoAnn Falletta, directora de la Orquesta de Ulster y de la Filarmónica de Buffalo. En ella me detengo.

Falletta no sólo dirige, sino que produce a un gran nivel. Ha grabado compositores clásicos, pero también obra de Clara Schumann o Lili Boulanger. Ha llevado al disco a Moross o Griffes, Fuchs, Cascarino, Corigliano, Behzad Ranjbaran… Y, junto a su producción discográfica genérica, desarrola en Buffalo una tarea intensa rescatando y grabando obra de compositores judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial. A esta labor debemos la magnífica Sinfonía número 3 de Marcel Tyberg (Marcel Tyberg – Symphony No. 3: I. Andante maestoso – Solenne e sostenuto y siguientes), asesinado en Auschwitz. Es decir, Falletta no sólo dirige, sino que ofrece un catálogo de grabaciones de un sesgo contemporáneo y una singularidad difícilmente rastreable entre los directores varones. Es directora de orquesta y también es valiente.

El camino no es sencillo. En foros musicales en los que se charla (debatir es una palabra probablemente desmesurada para definirlo) sobre muchos temas, entre ellos las mujeres directoras, pueden leerse barbaridades que harían estallar la cabeza de cualquier psicoanalista. Son pólvora vieja y mojada. Pero Alsop, Falletta o Mälkki son una realidad incontestable. Ellas rompen el hielo, y ese canal no volverá a cerrarse.

Gracias a todas y muchas felicidades, Susanna Mälkki.

 

 

©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2014– http://wp.me/Pn6PL-3p