Publicada en Mundoclasico y Klassikbidea el 30 de diciembre de 2021

Bilbao, miércoles, 8 de diciembre de 2021. Ginastera: Concierto para arpa. Xavier de Maistre, arpa. Shostakovich: Sinfonía número 10. Euskadiko Orkestra. Robert Treviño, director. Euskalduna Jauregia.

Treviño es un director muy interesado en la música de Shostakovich. Le recuerdo algunas interpretaciones francamente interesantes de varias de sus obras, pero quizá con esta Décima hayan quedado patentes como nunca el conocimiento, la intimidad y honestidad y la solvencia con las que dirige las creaciones del gran petersburgués. En bastantes momentos de la sinfonía la música adquiría una dimensión física, como un gran peso en las manos; alcanzaba una categoría de objeto, cuyo contacto al mismo tiempo nos esclaviza y nos libera. Esta dicotomía musical, esta quiebra colosal e insalvable entre la desesperanza y el anhelo es, en mi opinión, la esencia de la Décima, y Treviño la propuso al público no como un discurso, no como una versión, sino como la invitación a participar en la construcción de la escucha. Tanto faltaba el aire como nos colmaba el oxígeno, y diría que sólo era un organismo el que respiraba en la sala al unísono, de forma acompasada. Partitura, maestro, orquesta y público: un concierto, un magnífico concierto en el que todas y todos eran parte activa. Una Décima soberbia, en suma, clavada en una hora, orgánica, con un Treviño apasionante y una orquesta que se expresaba con confianza y gran calidad. Una orquesta poderosa que, sin embargo, supo sonar limpia y sin forzar los volúmenes. 

No subrayo el papel constructor del público gratuitamente, ni sólo a través de mis propias sensaciones. Al término de esta Décima se aplaudió mucho, mucho. Creo que el público manifestaba tanto su agradecimiento por escuchar una obra francamente apasionante como la reivindicación de su propia importancia en la experiencia, pues eso se vivió: una experiencia. Y, en el centro de tantas cosas, un Treviño sobrecogedor. Un maestro grande.

En la primera parte del programa se interpretó el Concierto para arpa de Ginastera, con Xavier de Maistre. Todo en esta obra fue impecable, todo funcionó a la perfección. De Maistre es un gran músico, y eleva la oportunidad -tan esporádica- de disfrutar del protagonismo del arpa a la categoría de acontecimiento musical. Con tal solista, el Concierto de Ginastera no fue un prólogo de la Décima, sino una propuesta surgida de un universo tan diferente como pleno y autónomo. Maravilla que ambas visiones pudieran surgir en un mismo tiempo y un mismo mundo.