© Pete Souza / Casa Blanca

El presidente Obama está a punto de cerrar un capítulo hermoso de la historia de los Estados Unidos, un periodo de ocho años en los que hemos contemplado cómo un político era capaz de volcar a su sociedad y al mundo ideas y frases tan hermosas como para parecer ingenuas o, por decirlo al modo de los estériles pragmáticos, poco realistas. La historia le es generosa: ha situado a Donald Trump en el vértice del poder mundial para que contra ese fondo oscuro podamos perfilar nítidamente nuestros propios ideales, nuestras utopías, nuestros valores. Tal vez, si no es cauto, Trump acelere todo aquello que tiene prisa en frenar. Lo dirá el tiempo.

La sucesión de Obama a Donald Trump es el paso de la utopía a la epilepsia. Hay que mantenerse firmemente en la utopía, en lo que está por descubrir y alcanzar. Es frágil la creencia supersticiosa en que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad siempre se acaban imponiendo, que quizá, pero en un mundo que construyen en buena medida las imágenes, Obama ha producido un enorme legado simbólico y visual que Trump difícilmente podrá derrotar. Él es más de exabrupto, tiene otros modales y otro carácter. Que Twitter sea su instrumento favorito para emitir mensajes es muy elocuente.

El fotógrafo que ha acompañado a Barack Obama en la Casa Blanca estos ocho años es Pete Souza. Merece la pena saborear algunas de las magníficas fotografías que ha dejado este gran fotógrafo de su gran modelo. Una de ellas es la que acompaña a este breve texto. Fue realizada el 14 de octubre del 2011 en el memorial a Martin Luther King en Washington. Nos dice: tal tiempo llegará, quizá esto ha sido sólo una semilla. Ha sido, en todo caso, un tiempo de sosiego.

Se va conociendo quienes acompañarán a Donald Trump en la primera etapa de su presidencia, pero todavía no sabemos quién será el fotógrafo jefe de la Casa Blanca. ¿Quién transmitirá la ideología de Trump a través de las imágenes? Importante destino para el fotógrafo, pero crucial para el presidente Donald Trump: a ver si realmente se deja retratar, y qué vemos de verdad en sus retratos. También en ese espacio se dirimirá el juicio de la historia.