Jun Märkl Foto: © Christiane Höhne

Jun Märkl
Foto: © Christiane Höhne

 

Este artículo fue publicado en http://www.mundoclasico.com el 12/11/2014

Bilbao, 08/11/2014. Euskalduna Jauregia. Johannes Moser, violonchelo. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Jun Märkl, director. Camille Saint-Säens: Sansón y Dalila. Bacanal (edición Nieweg/Bradburd); Danza macabra en sol menor, op. 40; Concierto para violonchelo y orquesta en la menor, opus 33. Bela Bartok: Concierto para orquesta. Aforo: 2164. Ocupación: 80%.

En el plazo de unos meses todos los engranajes precisos para que una orquesta evolucione y progrese han quedado fijados en la Sinfónica de Euskadi. Si en el primer programa de la temporada la OSE ya contaba con un nuevo director general, en el tercero se presentaba -ya como flamante titular- Jun Märkl, y lo hacía trayendo a Saint-Säens a un plano de absoluta vigencia, alejándolo de su natural marco romántico –y aparentemente superficial- para mostrar su gruesa modernidad. En la Bacanal, Märkl se inclinó más por exponer la obra que por danzarla, se interesó más en indagar en sus trazos que en enseñar sus colores, y evitó lo sensual para mostrar lo sensitivo: elegante, y a la vez poderoso y ligero, Märkl, que tiene la virtud de dirigir con gran elegancia y sin gestos inútiles, trabajó con potencia y equilibrio a una orquesta deseosa de dar lo mejor de sí misma al público y a su nuevo titular. Con la Danza macabra lucieron las maderas, estupendas toda la noche, y de nuevo Märkl transportó a Saint-Säens al siglo XXI. El poema resultó precioso y lírico, muy equilibrado y compacto, sin concesiones hacia su obvia naturaleza programática, y con un excelente trabajo como concertino de Alexandre da Costa. Los compositores franceses no son los más programados en Bilbao, y fue un placer escuchar cómo Saint-Sáens sobrevolaba todo un siglo, dejando en la casilla de salida sus vistosos y coloristas atuendos románticos, para mostrar su flamante modernidad de forma sólida, desnuda y viva: un Saint-Säens reivindicado y construido de modo actual e irreprochable.

El Concierto para violonchelo, la pieza de Saint-Säens más matizadamente ortodoxa de las interpretadas, contó con un Johannes Moser en estado de gracia, para quien la OSE trabajó a modo de servicial y sedosa alfombra, sin pleitear por el protagonismo, con Jun Märkl casi invisible por momentos, pero tan dueño en el podio como un relojero pueda serlo ante su mesa: discreto y concentrado, ordenado y preciso. La OSE sonó muy limpia y equilibrada y Moser, que no ofreció mucho volumen, expuso en cambio el concierto de forma nítida, y por momentos con una exquisita transparencia, de modo que la obra resultó una delicada integración entre solista y orquesta y mostró a la perfección su exigente caligrafía.

El Concierto para orquesta de Bartok protagonizó la segunda parte del programa. Märkl, que dirigió de memoria, hizo una versión muy reflexiva y comedida, perfectamente adaptada a las prestaciones actuales de una orquesta con la que ya ha anunciado que desea trabajar el gran repertorio, programando compositores como Mahler y Strauss. Ese trabajo, que se antoja necesario, probablemente le permita abordar pronto obras tan exigentes como este concierto de Bartok con una mayor tensión, con un sonido más denso y poderoso, con mayor seguridad y más fondo. A lo largo de todo el Concierto las maderas se comportaron de forma sobresaliente y el conjunto respondió de forma notable, pero quedaba la sensación de un sonido que necesita atornillarse y tensarse, ganando en solidez. Fue el de Märkl un Bartok luminoso y amable, quizá algo leve. El maestro muniqués exhibió una excelente técnica, elaborando una versión de amplios rangos dinámicos y de gran precisión y expresividad, extrayendo de las cuerdas ductilidad y tersura y mostrando en todo momento una gran claridad en su trabajo, sin forzar los contrastes: cuidando a sus músicos. Dos años (prorrogables) no parecen muchos para encarar todos los retos que se ha propuesto Märkl, pero su convincente primer programa como director titular permite apostar a que su trabajo será discreto e inteligente, tenaz y fértil, y empujará eficazmente a la Sinfónica de Euskadi en múltiples y prometedoras direcciones.

 

©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2014– http://wp.me/Pn6PL-3p