RTVE

Izquierda: preparativos para el concierto. Derecha: miles de personas asisten y apoyan a la RTVE.

La Orquesta y Coro de RTVE actúa hoy en la calle, en la madrileña plaza de Oriente, para llamar la atención sobre el tajo brutal que quieren dar en su viabilidad los dirigentes del Ente por antonomasia, esa cosa horrenda que durante años y años ha arrojado por la borda recursos sin lograr en absoluto erigir un modelo televisivo de utilidad pública. Quiero, en primer lugar, exponer por qué en mi opinión el ajuste de cuentas sobre la Orquesta no es coyuntural, sino que sólo se ve favorecido e impulsado por la coyuntura.

Al depender de RTVE, tradicionalmente en manos de responsables ineptos, la Orquesta ha dependido consecuentemente de ineptos. En su mayoría, y apuesto sobre seguro, esos ineptos eran incultos, como la abrumadora mayoría de los políticos con responsabilidad en el ámbito de la cultura, empezando por algunos ministros, ¿o hemos olvidado ya el paso de Esperanza Aguirre por Cultura? Es sólo un ejemplo (también conozco excepciones, algunas de ellas me leen). Ahí están esos brutos: empujando inexorablemente hacia una mediocridad de la que ellos jamás debieron salir. Inteligencias de cripta, aupadas a responsabilidades que les superan e imbuidas de prepotencia e impunidad: sólo son responsables ante sus iguales, que por término medio son igual de incultos.

Difícil para responsables de esa catadura, y cuánto abundan, entender que una orquesta es todo menos un gasto prescindible. La orquesta y coro de RTVE es un caso ejemplar de unas miradas desconfiadas, ramplonas, zafias, unas miradas que desprecian un instrumento que no alcanzan a comprender por complejo e insolentemente bello, formado por un colectivo que crea sonidos que a ellos les pasan por alto, les exceden. Nace así la visión de la música clásica como algo que no interesa “realmente” a nadie, algo minoritario, elitista, burgués, trasnochado, algo que puede ir constriñéndose al horario de menor audiencia del canal de menor audiencia, justo antes de la misa. Pilar Miró, DEP, me contaba una vez que por sindicalista y roja la mandaron a realizar la misa dominical, y no había pasado un año y me contaba lo mismo José Luis Cuerda. Los dos pillaron misa, junto a otros realizadores de RTVE: un exilio impuesto y forzoso. Pues bien, justo antes de ese destino maldito, ahí estaba encajada la Orquesta en la primerita hora del domingo. Tratada como un trasto, castigada, ¿pero puede esto sorprendernos? Habría que empezar por explicar a mas de un diputado que las botellas y las copas no están en el mueble negro y alargado, sino justo al lado, y que Steinway & Sons no es filial de Justerini & Brooks, como ellos conjeturaban. La supervivencia de un instrumento cultural sofisticado siempre es difícil, acaso heroica, en el contexto de un país recién llegado a la democracia y la libre cultura y musicalmente analfabeto. O casi.

No depender de un territorio concreto perjudica gravemente a la orquesta y coro de RTVE. El Ente no es de nadie. Los profesores tocan al aire libre en Madrid en esta mañana de sombría amenaza pero no dependen de Madrid, sino del viento: blanco fácil para la demagogia y el populismo, porque nadie ve la opinión pública con inquietud para sus territorios concretos de caza de votos. La orquesta de RTVE es un guarismo, una cifra, un gasto diminuto y perdido en el seno de un gasto monumental, una montaña de deuda asombrosa, a la que la orquesta no ha aportado nada, nada, nada, y en la que nada ha tenido que ver. Si tienen que verse en precariedad los músicos de RTVE, que vayan a juicio los que suscribieron contratos millonarios a “fichajes” con el dinero de todos. Que no se diga “mírales tocando, estos artistas no saben qué es trabajar, cómo habrán vivido…”, una bilis contagiosa y maligna; que se diga: “mírales, otra vez pagan justos por pecadores”. Más ajustadamente, que se diga: “mírales, trabajadores en apuros”. Pues son trabajadores, no artistas. Considerar artistas a los profesores de una orquesta es un tropo, una injusticia desde la perspectiva social y un salvoconducto hacia su linchamiento en un país que desprecia las Artes. Es una definición propia de alguien que no comprende nada de lo que está hablando.

Uno de estos, precisamente en las alturas de las decisiones del ente RTVE, ha debido pensar: “es el momento de acabar con esto, que no interesa a nadie”. Eso no convierte en víctimas a los profesores de la RTVE, que ya lo eran, sino en héroes, que deberán serlo. Les iguala con científicos, profesores, metalúrgicos, enfermeros, jubilados, autónomos y bancarios: su bando es el de los vulnerables, y la música es su leve adoquín arrojadizo, tan leve y hermoso que sobrevolará la coyuntura y se interpondrá entre la humanidad y la barbarie.

©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2013 – http://wp.me/Pn6PL-3p