Publicado en Klassikbidea el 18 de noviembre de 2017
Cuando los ferroviarios o los pilotos de aviación van a la huelga eligen las fechas en las que perjudican a más viajeros. Es una maniobra sindical de libro para ejercer una presión mayor en las negociaciones: más problemas se causan, más margen de negociación se gana. El blanco elegido para la huelga de la OSE por ELA, el sindicato político vasco (pero sindicato, al fin), ha sido ABAO-OLBE. Es como si los trabajadores de la Sinfónica de Euskadi certificaran que las representaciones de la ópera de Bilbao son más estratégicas o tienen más repercusión social que sus propios conciertos de temporada. ¿Por qué han elegido la ópera?¿Porque se hace en Bilbao, porque desde una óptica retorcida y trasnochada la ópera es de naturaleza burguesa, porque genera mayor eco mediático para la huelga? Sería interesante saberlo. O quizá se haya querido preservar de las consecuencias de la huelga a Donostia, una ciudad bendecida con una orquesta que patrimonializa y por la que ni la capital del territorio ni Gipuzkoa pagan ni un euro.
ABAO-OLBE ya ha anunciado que la ópera se hará a piano con James Vaughan, una figura internacional como repertorista y correpetidor; las funciones se representarán, el público vivirá una experiencia insólita en seis décadas de ópera en Bilbao y se comentará sobre el daño causado por el pulso sindical o sobre la incapacidad o firmeza de la dirección de la Orquesta.
Ser crítico con el objetivo fijado para la huelga no está reñido con respetar los derechos de los trabajadores a materializarla. En lo que se conoce de sus reivindicaciones, hay un aspecto que por sí solo merecería consideración: la figura de los estudiantes, que sustituyen (ELA asegura que de modo ilegal) puestos de trabajo estructurales. Creo que los trabajadores tienen razón en este aspecto, porque al mismo tiempo que se sientan estudiantes en los atriles en conciertos de la OSE, la EGO (Euskal Herriko Gazte Orkestra, Joven Orquesta de Euskal Herria) es una estructura claramente infrautilizada. Pues bien, la EGO sería el espacio natural de los estudiantes de Musikene, y los atriles de la OSE que los ocupen profesionales que, en número y calidad, no encuentran plaza en orquestas porque las plazas son, siempre, muy escasas y muy competidas. Algo debiera decir al respecto de la EGO la Consejería de Educación. El asunto tomaría un cariz mucho más grave si esas plazas correspondieran a puestos de trabajo no cubiertos de la propia plantilla, y no a extras.
La dirección de la Sinfónica de Euskadi no ha acudido esta mañana a la reunión con el comité de empresa. Parece lógico pensar que una decisión así, que no deja otra salida que la huelga y el consiguiente daño a ABAO-OLBE, se haya tomado con el conocimiento previo de la Consejería. Sean cuales sean las razones, la dirección de la Orquesta y el sindicato se han plantado, el daño causado va a ser importante y en la posicion del director general Oriol Roch en la Orquesta habrá un antes y un después de esta primera función de Don Pasquale a piano que va a hacerse en el Euskalduna. Sobre todo si, como se escucha, la falta de química entre la dirección y la plantilla es ahora mismo absoluta, con cuanto eso implica en un sector de la cultura que precisa absolutamente que las personas, todas, avancen en bloque y a piñón.
La dirección de la OSE ha afirmado en un comunicado que la huelga se materializa pese a haberse aceptado la práctica totalidad de las demandas sindicales, ¿por qué bajo la espada de Damocles, y no antes, si preexistían realmente esos derechos? Los sindicatos, obviamente, no opinan lo mismo. Esta tensión deberá superarse pronto para el bien de una institución musical que atraviesa un buen momento artístico y de público y que con el ejercicio de su derecho a la huelga hiere a una entidad, ABAO-OLBE, que no está para olas que barran su cubierta pero que demuestra otra vez su solvencia al sacar adelante sus compromisos contra viento y marea.