Kenneth Clarke es un veterano conservador inglés cuya actividad de remonta a tiempos de Margaret Tatcher. Ayer pronunció un discurso memorable en el debate parlamentario sobre el Brexit. Iñigo Gurruchaga, corresponsal de El Correo en Londres, dió noticia de este discurso en el periódico y tuvo a bien publicar la traducción casi íntegra, que es la que pongo a continuación para participar a otros posibles lectores de la consistencia y clase política y parlamentaria de la intervención, en la que no leyó.
Discurso de Kenneth Clarke en el debate sobre el ‘Brexit’ en el parlamento británico
No quiero ser muy cínico. Quiero el mejor resultado para Reino Unido en este proceso. Sin duda, en algún lugar, un sombrerero está sirviendo té a sus invitados con un lirón en la tetera.
«Me corresponde ser el primer miembro de esta Cámara en exponer el argumento en el que creo, que ser miembro de la Unión Europea es el interés nacional de Reino Unido, que nos hemos beneficiado de esa posición en los últimos 45 años y, más importante, que futuras generaciones se beneficiarán si permanecemos en la UE. Es un argumento que apenas tuvo publicidad en la extraordinaria campaña del referéndum, pero que está en el nudo de la decisión histórica que se pide ahora a esta Cámara».
«Toda mi carrera política coincide con la implicación británica en la UE. Comencé hace unos 50 años, apoyando la petición de integrarse por Harold Macmillan. Ayudé a la creación de una mayoría de todos los partidos para el voto en favor de la ley de Comunidades Europea de 1972, antes de integrarnos en 1973, y parece que mi último Parlamento será aquel en el que nos marcharemos, pero no miro hacia atrás con pena. Tomamos muy sabias decisiones. Creo que la pertenencia a la UE fue la manera en la que pudimos escapar del pésimo estado en el que estábamos cuando, después de Suez, descubrimos que no teníamos un claro papel en el mundo tras perder nuestro imperio y que nuestra economía era motivo de risa, porque había caído por debajo de países en el continente que fueron devastados por la guerra pero parecían tener una vía de avance mejor que la nuestra».
«Creo que nuestra pertenencia a la UE restauró nuestra confianza y nos dio un rol político en el mundo, como un líder en la Unión, lo que nos dio más valor ante nuestros aliados, como los Estados Unidos, e hizo que nuestro rivales, como Rusia, nos tomaran con más seriedad. Ayudó también a reforzar nuestros propios valores. Nuestro economía se benefició enormemente y continuó beneficiándose mucho más, a medida que se desarrolló el mercado, por nuestra estrecha y extisosa implicación en el desarrollo de relaciones comerciales con los habitantes del continente».
«Los gobiernos conservadores a los que serví contribuyeron muy positivamente al desarrollo de la UE. En dos áreas tuvimos un papel protagonista y ambas fomentaron grandes cambios. Primero, el Gobierno de Margaret Thatcher lideró la creación del mercado único. La unión aduanera- conocida como mercado común- ha cumplido sus propósitos, pero las barreras reguladoras importan más que los aranceles en el mundo moderno. Sin el Gobierno de Thatcher, los demás no se hubiesen inclinado a la eliminación de esas barreras, y creo que los británicos se han beneficiado de ese mercado único más que ningún otro Estado miembro. Ha contribuido a lo que hoy es nuestro éxito económico, en términos comparativos».
«Fuimos también el Gobierno líder en el proceso de ampliación hacia la Europa del Este tras la caída de la Unión Soviética, aceptando a los antiguos estados soviéticos. Fue una contribución de extrema importancia política. Tras el sorprendente colapso de la Unión Soviética, la Europa central y del este podría haber caído en su anarquía tradicional, la rivalidad nacionalista y los regímenes militares que precedieron a la Segunda Guerra Mundial. Nosotros presionamos para que hubiese urgencia en aceptar a esos nuevos estados independientes, dándoles el objetivo de la Unión Europea, que significaba democracia liberal, libre comercio y más. Logramos que Europa sea un lugar mucho más estable».
«Ese ha sido nuestro papel en la UE y creo que es una iniciativa muy mala, particularmente para nuestros hijos y nietos, que estemos ahora aquí sentados diciendo que nos embarcamos hacia un nuevo futuro desconocido. Me referiré a eso en un momento, porque creo que esta posición causa perplejidad a todos los amigos de los británicos y de Reino Unido en el mundo. Por eso votaré contra este proyecto de ley».
«Déjenme que responda a los argumentos que dicen que no debiera votar así, que me estoy comportando de manera antidemocrática y que, como diputado electo, tengo el deber de votar en contra de las ideas que he expresado. Se me dice que es así porque tuvimos un referéndum. En primer lugar, me encuentro en la circunstancia feliz de que es bien conocida mi oposición a los referéndums como instrumento de gobierno y de haberla repetido frecuentemente a lo largo de mi carrera política. Yo no me comprometí a aceptar el referéndum, y particularmente este referéndum, cuando una cuestión tan enorme, con cientos de asuntos complejos envueltos en ella, debía decidirse en un día con una respuesta simple, sí o no. Eso era especialmente inadecuado para un plebiscito de ese tipo, y ese punto fue reforzado por la naturaleza del debate».
«Cuando el Gobierno intentó impedir que esta Cámara votase, no fue al Tribunal Supremo argumento que constitucionalmente el referéndum ataba a la Cámara y que por eso no debíamos votar. En todo lo publicado por el Gobierno, siempre se describió el referéndum como consultivo. No hay papel constitucional para el referéndum en este país. No hay país sensato que tenga referéndums, Estados Unidos y Alemania no los tienen en sus sistemas políticos. El Gobierno fue al Tribunal Supremo argumentando en favor del arcaico principio constitucional de la prerrogativa real, que el Ejecutivo tiene por alguna razón poder absoluto en lo que se refiere a la firma de tratados. Que perdiese no puede sorprender».
«¿Qué se puede decir de la posición de los diputados? No hay duda de que por una mayoría adecuada pero pequeña la marcha de la UE ganó el referéndum. No comentaré sobre la naturaleza de la campaña. Los argumentos de ambos lados que recibieron publicidad en los medios de comunicación fueron, en general, bastante patéticos. En conversaciones con el ministro para la Marcha de la UE, David Davis, hemos estado de acuerdo en que ninguno de los dos usó los argumentos más tontos de la gente con la que esuvimos aliados. No fue un debate serio. No recuerdo que él dijese que habría 400 millones semanales disponibles para la sanidad pública y yo no dije que tendríamos que aprobar un presupuesto para subir el impuesto sobre la renta y todo ese tipo de cosas. Todo fue bastante patético».
«Déjenme que les presente una analogía explicando la posición de los disputados tras este referéndum. Dios solo sabe en cuántas elecciones he batallado en los últimos 50 años, y siempre he abogado el voto a los conservadores. El sabio pueblo británico ha rechazado ocasionalmente mi consejo y por mayoría votó al Partido Laborista. Así me encontré aquí frente a un Gobierno laborista, pero no recuerdo ninguna ocasión en la que se me dijese que era mi deber democrático apoyar las políticas laboristas y a su Gobierno desde nuestros escaños. Tal sugerencia hubiese sido tromada como una ridiculez. Pero ahora parece ser que soy un enemigo del pueblo por ignorar sus instrucciones y por insistir en las opiniones que h expresado con fuerza, pidiendo a la gente que votase por la permanencia».
«No tengo intención de cambiar mi opinión. Esoy personalmente convencido de que los euroescépticos duros de mi partido, con quienes he debatido estas cuestiones durante décadas, no se hubiesen sentido en absoluto obligados por el resultado del referéndum a abandonar sus argumentos. Se me dice que debo votar con mi partido porque tenemos una instrucción de voto con tres líneas (la que exige máxima disciplina). He sido un conservador bastante leal a lo largo de los años, así que señalaré a quienes dicen que soy ahora desleal por no votar en favor de este proyecto de ley que estoy simplemente postulando la política oficial del Partido Conservador en los últimos 50 años, hasta el 23 de junio de 2016. Admiro a mis colegas que súbitamente se convierten en ‘Brexiteers’ entusiastas, tras ver la luz en su camino a Damasco en el día en el que se votó, pero lamentablemente esa luz se me ha denegado».
«Hay varias cuestiones que no se trataron en el referéndum: el mercado único y la unión aduanera. Se deben debatir adecuadamente. Es absurdo decir que todos los electores conocían las diferencias entre la unión aduanera y el mercado único, y que adoptaron un punto de vista cuidadoso y estudiado de las bases de nuestra futura relación comercial con Europa».
«De hecho admiro a la primera ministra y a sus colegas por su continua postulación de los principios del libre comercio. Mi partido no ha cambiado en eso. Creemos en el libre comercio y lo vemos como una victoria para todos. Abogamos por políticas económicas liberales entre los poderes europeos durante muchos años. Me parece evidente que, si creamos nuevos aranceles, nuevas barreras reguladoras, certificados de origen y todo lo demás entre nosotros y el mayor mercado libre del mundo, debilitaremos nuestra posición económica con respecto a la que podría haber sido en el futuro. Por eso es importante tratar este asunto en particular».
«Me dicen que soy pesimista y que vamos a combinar la retirada del mercado único y de la unión aduanera con un gran y nuevo futuro globalizado que nos presenta tremendas oportunidades. Parece ser que, cuando sigamos al conejo por el agujero, emergeremos en un país de las maravillas donde, súbitamente, países de todo el mundo harán cola para darnos ventajas comerciales y acceso a sus mercados que nunca logramos como miembros de la UE. Hombres simpáticos como el presidente Trump y el presidente Erdogan se sienten ya impacientes para abandonar su proteccionismo y darnos acceso. No quiero ser muy cínico. Espero que sea cierto. Quiero el mejor resultado para Reino Unido en este proceso. Sin duda, en algún lugar, un sombrerero está sirviendo té a sus invitados con un lirón en la tetera».
«Necesitamos tener éxito en esas negociaciones para recuperar al menos algunas de las pérdidas que sufrirermos al dejar el mercado único. Si todo se ha perdido en la cuestión principal, esa es la gran prioridad que esta Cámara debe controlar seriamente, con debates y votos adecuados de ahora en adelante».
«Espero haber explicado bien que mi opinión sobre este asunto no ha sido sacudida mucho en estas décadas; al contrario, se ha fortalecido. La mayoría de los diputados estará familiarizada con el discurso de Edmund Burke a sus votantes en Bristol. Siempre he creído que un diputado debería votar en un asunto de tal importancia según su opinión sobre lo que es mejor para interés nacional. Burke dijo a sus electores, no lo cito literalmente, “Si no os ofrezco más mi juicio sino que simplemente sigo vuestra ódenes, no os estoy sirviendo, os estoy traicionando”. Yo votaré con mi conciencia satisfecha y, cuando veamos lo que se vaya desplegando a partir de ahora, cuando nos marchamos de la Unión Europea, espero que las conciencias de otros diputados paermanezcan igualmente satisfechas».