Publicado en Klassikbidea el 26 de febrero de 2015
Hace unas semanas, “In the mood for Music”, blog que escribe Pablo Sánchez Quinteiro, (@psanquin) presentó un muy laborioso e interesante estudio sobre la programación de las orquestas sinfónicas del Estado en la actual temporada. La relación de los doce compositores más programados en 2014/2015 me trajo a la memoria la serie histórica de los más programados por la Bilbao Orkestra Sinfonikoa en sus primeros 90 años de actividad.
En la siguiente tabla se listan los compositores más programados en 2014-2015 y el número total de obras programadas, y a la derecha el acumulado de la Sinfónica de Bilbao, BOS, en sus primeros noventa años de actividad. En la lista de la BOS, se ha empleado el color blanco para los compositores que están presentes en ambas tablas, y se han destacado en naranja los no coincidentes, que son exactamente la mitad.
A lo largo de la lectura de este texto, no hay que perder de vista que el acumulado de interpretaciones de la BOS incluye no sólo las temporadas de abono, sino el conjunto de su actividad musical excepto en el foso: toda clase de conciertos fuera de temporada, desde giras y visitas internacionales hasta conciertos en localidades de Bizkaia. Y, como puede deducirse de la presencia de Wagner, Verdi o Arriaga, se han contabilizado oberturas y otras pequeñas obras, excepto propinas. También hay que aclarar que se han contabilizado como dos interpretaciones los mismos programas ofrecidos en temporadas de abono de dos conciertos por programa.
Dicho esto, las coincidencias son lógicas. Beethoven, Mozart, Chaikovski, Brahms, Mendelssohn y Dvorak representan aportaciones indiscutibles tanto a la historia de la música como al repertorio habitual de las orquestas, en algunos casos por tradición, en otros por accesibilidad: en términos de exigencias de plantilla en función del modelo orquestal, pero también el términos de presupuesto, no es lo mismo hacer Mozart que Mahler o Bruckner, hay compositores más accesibles para el conjunto de las orquestas que otros. La realidad presupuestaria condiciona las programaciones tanto como puedan hacerlo, y vamos a ver casos, la historia o la ideología. Y la realidad es que se está programando en un contexto de contracción presupuestaria.
Pero incluso dentro de los compositores coincidentes existen dinámicas que no se mantienen a lo largo del tiempo. Si Brahms es el octavo compositor más interpretado en la historia de la BOS, sólo en la actual temporada se han programado sus sinfonías números 1 (con Günter Neuhold) y 4 (con John Axelrod) y el concierto para violín y violonchelo (con Carolina Kurkowski y Teresa Valente y dirección de Kirill Karabits). El dato es que en uno de cada cinco conciertos de abono suena Brahms, si restamos a los diecisiete de temporada el claro pop de Kurt Elling con dirección de Nabil Shehata, que obtuvo un enorme éxito de público, y el programa 16, “Un recorrido por el Barroco”, una imaginativa propuesta que hará las delicias de buena parte del abono a mediados de mayo, pero que es un programa realmente fuera de lo corriente para una orquesta que, como la BOS, no encuentra en ese periodo su hábitat natural.
Siguiendo con Brahms, la BOS ha programado en esta temporada la Sinfonía nº 1, precisamente la obra más ofrecida por las orquestas del estado (está en diez temporadas) y la Cuarta, que está en ocho programaciones y es la segunda obra más interpretada este año en los ciclos de temporada en España. Y, si nos circunscribimos a la las seis últimas temporadas de la BOS y a las sinfonías de este popular compositor, la Sinfónica de Bilbao habrá interpretado una Cuarta cada dos años (Neuhold en 2009, Frank Beermann en 2013 y Axelrod en 2015), la mencionada Primera con Neuhold en los inicios de esta temporada, y la Segunda y Tercera siempre con el que era su titular, el austríaco Neuhold, respectivamente en 2013 y 2012. De seguirse esta tendencia, Brahms estará presente en las próximas temporadas de la BOS, y tendremos de nuevo una Cuarta en 2017. El repertorio es realmente enorme, virtualmente inagotable, pero las orquestas apuestan por las mismas obras y compositores de una forma insistente: o bien consideran que esas obras son las que el público quiere escuchar, o bien adoptan una visión conservadora de la programación. Quizá los tiempos no están para correr excesivos riesgos, y lo cierto es que la Novena de Beethoven o El Mesías de Haendel venden más entradas que Schoenberg o Bruckner. Es un hecho, pero hay que recordar las palabras de Günter Neuhold en una entrevista en Mundoclasico en junio de 2014: “Creo que las gerencias tienen miedo a que un concierto pueda fracasar, quizá a causa de un público que no tiene acceso a escuchar determinadas cosas con frecuencia. Nicolas Joel, actual director de la Ópera de París, me contaba que cuando estaba en Toulouse (donde trabajé mucho con él) había llevado a cantar un título infrecuente a Christa Ludwig, fíjese, y que regresando al hotel a mediodía le decía a Christa: “Hoy hemos vendido veinticinco entradas. Vayamos a comer”. Pero Joel perseveró, y programó la misma ópera cuatro veces en diez años, y ¿sabe cuál fue el resultado? Que el público llenaba las funciones. Estamos ante una cuestión de coraje: o lo haces, o no lo haces.” (entrevista completa aquí).
Una orquesta que no arriesga, ¿cumple su objetivo esencial como herramienta de enriquecimiento cultural para la sociedad? ¿Por qué dos sinfonías de Brahms encabezan la lista de obras más interpretadas en las orquestas analizadas por Sánchez Quinteiro? Encontramos tres sinfonías de Brahms entre las cinco obras más programadas. Dice el autor del estudio que motiva esta reflexión: “El resultado me parece demoledor. Era previsible que las sinfonías de Brahms figurarían a la cabeza ¡pero de esta manera! De las 23 orquestas ¡10 han programado la Primera Sinfonía! Pero a esto hay que sumar 8 interpretaciones de la Cuarta, 6 de la Segunda y 5 de la Tercera (no incluida en la Tabla). No comment.” Suscribo plenamente su pasmo, pero hasta donde sé ni Sánchez Quinteiro ni yo somos profesionales de la programación, sino aficionados. Quizás existen condicionantes que al menos yo no llego a imaginar.
Los seis compositores no coincidentes
Wagner, Guridi, Verdi, Arriaga, Ravel y de Falla: seis compositores entre los doce más interpretados en la historia de la BOS por distintas razones, y que no se hallan entre los más interpretados en el Estado en esta temporada -aunque Ravel alcanza el puesto décimo tercero-. Sobre la presencia de estos compositores intervienen factores diversos: el principal es que una orquesta es más sensible a las influencias de los periodos históricos en la medida en que es más antigua. Es una perogrullada, pero hay que decirlo: las programaciones son la radiografía de las orquestas, y más antigua es una formación, más expuesta ha estado a las arbitrariedades, gustos y, por qué no, imposiciones y crueldades de los periodos históricos que ha recorrido. La Gewandhaus de Leipzig posee claves más complicadas de interpretar que una orquesta joven, creada hace quince o treinta años.
Wagner es un caso singular, y resulta realmente llamativo que ocupe el tercer puesto histórico en los compositores de la BOS. De este compositor se han interpretado sobre todo fragmentos orquestales como apertura de programas, como por ejemplo en el concierto extraordinario de inauguración del actual auditorio sede de la BOS, el Euskalduna, cuando la orquesta bilbaína dirigida por Mena interpretó la obertura de “El holandés errante”. Pero la explicación de la abultada cifra está en el papel de orquesta del norte que la BOS hubo de asumir tras la victoria franquista en Euskadi en 1937. Deseosa de mostrarse como interesada en la cultura y comprometida con su divulgación en términos populistas, la dictadura de Franco purgó de desafectos los atriles de la BOS y la puso a girar profusamente por el norte, en un arco geográfico amplio que abarcaba desde San Sebastián en el este a Asturias o León en el oeste, y que alcanzaba a las principales ciudades de la hoy llamada Comunidad de Castilla y León, por ejemplo con cierta asiduidad a Valladolid. A este interés político hay que sumar otro, no menos influyente, y que explica en gran medida la presencia de Wagner. El franquismo alcanzaba grados grotescos de papanatismo a la hora de presentarse ante los amigos del régimen nazi como culto e interesado en la música, y devoto admirador de la obra del compositor totémico de Hitler, el gran amigo del Reich de los mil años. Por esta razón, algunas oberturas y fragmentos orquestales de Wagner se enseñorean en la BOS entre 1938 y 1945, es decir: hasta la derrota del amigo genocida en la primavera del año final de la SGM. Producida esta derrota, la simpatía musical del régimen hacia el ideario nazi se mantuvo un tiempo, y se manifestó a través de la música del genio de Leipzig. Son años en los que dirigió conciertos a la BOS una personalidad tan oscura como el director alemán y militante nazi Hans von Benda, activo en España en los años posteriores a la SGM. La España franquista engalanaba los teatros con esvásticas mientras los campos de exterminio nazis funcionaban a pleno rendimiento. No conviene olvidarlo y, en el contexto de esta reflexión, es obligado pensar que un régimen de tal catadura va a utilizar la programación de acuerdo a sus propios fines.
Wagner y Verdi tienen en común la prestación de sus célebres piezas orquestales para el repertorio de orquestas que ofrecen largos programas, durante muchos años programas de dos descansos. Pero Verdi no tiene la connotación coyuntural que posee Wagner en la historia de la BOS, por más que obviamente el régimen fascista italiano fuera también del agrado de Franco y sus súbditos. En la documentación que conserva la BOS se puede encontrar alguna correspondencia de la orquesta con el sindicato de músicos fascistas de Italia, pero es testimonial respecto a la presencia del régimen nazi. Franco miraba a Berlín.
Manuel de Falla es un caso aparte. Me parece destacable que la BOS lo tenga encumbrado entre sus compositores más interpretados (en términos relativos, claro: de las 5369 obras de los doce compositores más programados, más de la mitad son obras de los cuatro primeros del listado). La BOS debe subrayar entre sus grandes hitos el haber disfrutado de la titularidad -prontamente arrebatada por la Dirección de Bellas Artes y la ONE franquistas- de un especialista en de Falla como Frühbeck de Burgos. Bien, lo cierto es que de Falla era tradicionalmente y sigue siendo el principal compositor español en términos de interpretaciones. Según el trabajo de Sánchez Quinteiro, en 2014/2015 dobla al siguiente compositor español, Turina (14 frente a 7 obras programadas), y ha sido un clásico en la BOS en términos históricos.
Respecto a Guridi, Arriaga y Ravel hay que matizar las razones de su presencia en la lista. Ravel es un compositor muy popular y muy interpretado mundialmente, con independencia de ser considerado un compositor vasco, al ser nacido en el ámbito cultural de Euskal Herria, concretamente en Ziburu (Ciboure), Francia si nos atenemos a los actuales atlas políticos. En Bilbao ocupa el puesto histórico décimo, pero es que es el décimo tercero en las orquestas del Estado en esta temporada. Luego, más allá de la relativa anécdota de haber sido dirigida por el propio Ravel en un programa, en los años en que era director titular de facto Pablo Sorozábal (son dos nombres para sentirse orgullosos, podría decirse), Ravel es una presencia muy razonable y continuada en los programas de la BOS.
Juan Crisóstomo de Arriaga era bilbaíno y murió muy joven, pero dejó poca y muy buena música como legado. La BOS depende a todos los efectos de un Patronato que lleva el nombre del compositor de las Siete Calles, como el viejo conservatorio de la ciudad. Aunque la producción sinfónica conservada de Arriaga se limita, salvo error, a la Obertura de “Los esclavos felices” y las oberturas opus 1 y opus 20, la Sinfonía en Re y algunas arias de concierto, la BOS lo ha interpretado con profusión, y es del todo lógico que a lo largo de 90 años se hayan interpretado muchas veces sus trabajos. Además, aunque más de 300 interpretaciones parecen muchas, suponen una media de cuatro al año, y por tanto se explican en buena medida en la lógica presencia en giras y conciertos en los que la BOS ha asumido desde sus orígenes el papel de divulgar el trabajo de los compositores vascos.
Lo mismo sucede con Guridi, pero con un importante matiz: la BOS y Jesús Guridi coexistieron muchos años, años en los que el compositor vasco era sumamente popular. El primer concierto de la historia de la BOS fuera de Bilbao fue en las campas de Uarka, actual Arratzu y en aquel entonces término municipal de Gernika, en el mismo año de la fundación de la BOS, 1922, con motivo del III Congreso de Estudios Vascos. Se interpretaron los actos segundo y tercero de “Amaya”, que se había estrenado en Bilbao dos años antes. Se puede decir que durante varias décadas Guridi y la BOS evolucionaron juntos. Luego no se trata tanto de una presencia en la programación de aliento político, sino de una circunstancia histórica. Quiero subrayar este hecho. Sería del todo inexacto pensar que Guridi, Arriaga o el propio Ravel están tan altos en el histórico de la BOS por decisión política. Las razones son históricas y musicales, y son muy anteriores al actual periodo democrático en el que la Sinfónica de Bilbao ha pasado a depender de un Patronato de orientación nacionalista.
Los compositores no coincidentes, en el histórico de la BOS hasta 2012
Haydn. El sexto compositor más interpretado este temporada en el Estado (34 obras) se había tocado por la BOS 217 veces, muy poco por debajo de Dvorak.
Sibelius. Del séptimo compositor de la temporada (29 obras) se habían interpretado por la BOS 81 obras. Se hace evidente una cierta oleada Sibelius en las programaciones, algo evidente en la propia BOS.
Richard Strauss. 28 obras en los programas de la temporada, 190 en el histórico de la BOS. Significativamente, por encima de Schubert o Schumann.
Bach. 26 obras en la temporada de las orquestas, 147 en los primeros noventa años de la Sinfónica de Bilbao. Históricamente la BOS no es, en modo alguno, una orquesta inclinada al Barroco. Prokofiev o Puccini se han interpretado casi tantas veces.
Shostakovich. 24 obras en la temporada, 88 en la serie histórica de la BOS (sólo una obra por debajo de Mahler). En principio, otro compositor llamado a ocupar mayor espacio en las programaciones.
Haendel. 22 obras en los programas de 2014/2015, 124 en los 90 años de la BOS. También con 22 obras Mendelssohn y Ravel, pero están en el cuadro inicial.
BOS 2014/2015, en el estudio de Pablo Sánchez Quinteiro
Considerando la presencia de los cinco compositores más interpretados de la temporada en la programación de la BOS, esta sería la sexta orquesta menos convencional en su programación en el conjunto de las 23 orquestas analizadas.
En términos de fecha promedio de composición de las obras programadas, el año de la BOS es 1890, siendo los extremos la Sinfónica de RTVE (año promedio 1909) y la Orquesta Ciudad de Granada (1832).
La BOS ocupa el noveno lugar en programación de obras del S. XXI, con tres obras programadas. Encabeza la lista la Orquesta Sinfónica de Galicia con nueve obras y la cierran Baleares, Gran Canaria y Granada, con una.
BOS 1922/2012: 90 años en una nube
©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2012-2015– http://wp.me/Pn6PL-3p