Sus lazos y avatares familiares imprimen a su vida ciertos rasgos de ópera bufa, pero fue un director de orquesta muy serio, con fama de adusto, y fue también uno de los primeros maestros en el sentido moderno del término: el más notable, a juicio de Norman Lebrecht en “The Maestro Myth”.
El retrato de von Bulow que ilustra este preámbulo a la serie “Dirigir despeinándose”, que publicaré en este blog en sucesivas entregas, pertenece a un periodo de la fotografía que ha superado al daguerrotipo y ha adoptado el negativo sobre cristal y la impresión en papel emulsionado. Las personalidades de la política, las finanzas y la cultura europeas ya conocían qué significaba posar para un retrato desde al menos tres décadas antes. Se situaban ante una cámara oscura de lente fija, generalmente de gran tamaño, y permanecían sin moverse mientras la luz natural impresionaba los reactivos químicos. Era desde luego un instante, en comparación con los largos posados de un retrato pictórico, y ese carácter instantáneo explica en buena medida la rápida popularización de la fotografía (y da nombre a su producto: instántanea). El retrato se adaptaba a los plazos urgidos de un mundo que se iba haciendo mas y mas moderno.
Hay retratos de von Bülow mas afortunados que este que he elegido, vaya por delante. Algunos son anteriores, y son daguerrotipos. Bien, ¿qué vemos en esta pieza? Vemos a un hombre serio, ojeroso, con unos cabellos supervivientes que caen lacios hacia los lados y hacia atrás, en una manera que como veremos creará necesariamente escuela en posteriores directores; vemos también un traje con chaleco y una camisa de cuellos almidonados, rígidos, que acogen una pajarita oscura; por encima, un sobretodo de lana, mas bien grueso, invernal.
Hay un retrato de von Bülow con idéntica indumentaria, pero ya sin abrigo, realizado por Fritz Luckhardt y firmado en Viena. Luckhardt fue en su época el mas destacado fotógrafo de estudio de Viena y la corte austrohúngara y entre 1871 y 1887 fue secretario de la Sociedad Fotográfica. Se especializó en el retrato de personajes famosos. La fotografía del maestro puede razonablemente, por lo tanto, datarse entre esas fechas, y probablemente es una prueba previa al verdadero retrato en la misma sesión: un gran retrato, por tanto.
Von Bulow nos proporciona la imagen de alguien que no está familiarizado con el empleo de la imagen como vehículo publicitario. La percepción de la imagen como esencial para un maestro evoluciona en paralelo a la de la propia fotografía y los medios impresos y audiovisuales (cfr Karajan o Bernstein, verdadera estrellas; o mas recientemente Tilson Thomas), que en poco mas de un siglo han contribuido a crear un sistema mercadotécnico complejo y excluyente, un sistema industrial que coge a la música como Arte y en buena medida la sostiene y ampara, pero que también la condiciona. El retrato de von Bulow es el gen invertido, el reverso tenebroso de la melena rubia de Jan Lisiecki. Y esto también es Música.
En la pequeña serie de artículos “Dirigir despeinándose” explicaré algunas claves de esta compleja y también divertida evolución.
©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2013 – http://wp.me/Pn6PL-3p