Bilbao, 27 de febrero de 2021. Euskalduna Jauregia. Ciclo ABAO On Stage de ABAO Bilbao Opera. Anita Rachvelishvili, mezzosoprano. Vincenzo Scalera, piano. Canciones y arias de Chaikovski, Rachmaninov, Falla, Tosti, Verdi, Massenet y Saint-Saëns. Aforo y ocupación: irrelevantes, dados los condicionantes de Covid-19.
ABAO es una entidad muy inquieta. Desarrolla una gran actividad incluso en periodos en los que la cultura parece obligada a aletargarse. Cuando hubo de suspender la temporada de ópera, ABAO decidió ofrecer a sus socios y a la afición bilbaína la posibilidad de disfrutar de unos recitales englobados en el ciclo ABAO On Stage. Lisette Oropesa fue la protagonista del primer recital del ciclo, acompañada por el pianista Rubén Fernández Aguirre.Después fue el turno de la mezzosoprano Anita Rachvelishvili con el pianista Vincenzo Scalera. Este ciclo tendrá continuidad en al menos dos recitales más antes del verano.
Anita Rachvelishvili es una mezzosoprano joven, muy poderosa, con una voz grande y amplia hasta un extremo difícil de imaginar. Su portentoso caudal no le impide trabajar con una musicalidad y una técnica también excepcionales, de manera que se podría decir resumidamente que es una cantante ciertamente excepcional. No ofreció solamente un gran recital, ofreció un recital importante, de los que se recuerdan durante mucho tiempo y me atrevería a decir que inolvidable, porque es una mezzosoprano con una zona grave que haría palidecer a mas de una contralto y con una zona aguda y una afinación y una destreza francamente extraordinarias. También es una cantante camaleónica que se muestra cómoda y segura cantando Chaikovski y Rachmaninov, pero que no elude cantar las bellísimas Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla , en principio fuera del radar de su canto natural. Sin embargo, siendo evidente que no es una cantante plenamente familiarizada con Falla, a quien llega por estudio y tesón, Rachvelishvili emplea estas magníficas canciones para exhibir su versatilidad y su clase al pasar de las canciones rusas a esas canciones en español como quien cruza un puente en una mañana de primavera. Después se exhibe en otro estilo muy diferente y tan exigente como el necesario para las canciones de Francesco Paolo Tosti.
Inmediatamente Anita Rachvelishvili se adentra el terreno de la ópera de la mano de Verdi, cantando Stride la Vampa de Il Trovatore y acto seguido Nel giardin del bello saracin ostello de Don Carlo. ¡Qué Eboli inmensa, poderosa, plena! Escuchar a esta mezzosoprano en escena cantando así merece una peregrinación, ojalá ABAO pueda anunciarla en un futuro próximo con escena y ojalá el anuncio pueda materializarse. Después, tras la Meditación de Massenet ofrecida por Vincenzo Scalera, muy buen pianista como acompañante y en esta prestación, Rachvelishvili cantó Mon coeur s’ouvre a ta voix de Samson et Dalila, una de las óperas fetiche de esta cantante y una de las principales razones de su buena y creciente fama. No deja de resultar superfluo hablar en especial de una ópera al referirnos a una cantante tan versátil y de tanta calidad, porque tras la exhibición realizada en un recital con semejante abanico de estilos es muy difícil pensar cuál puede ser el papel importante de esta mujer, quizá aquel en el que dramáticamente se encuentre más a gusto. El tiempo dirá, pero es posible que ella evolucione ajena a encasillamientos. También en sus movimientos, en su expresividad, en su modo de estar en el escenario, Anita Rachvelishvili demostró que puede encarnar con credibilidad cualquier personaje.
Con un público maravillado y entregado llegaron los bises, Santuzza y Carmen, que fueron de nuevo una muestra de versatilidad y asombroso dominio. Público en pie y gran ovación en una nueva tarde inolvidable de la mano de ABAO.