La mezzo Tanja Ariane Baumgartner. Foto: © L. Caputo

La mezzo Tanja Ariane Baumgartner. Foto: © L. Caputo

 

Publicado en Mundoclasico el 10 de junio de 2016

 

Euskalduna Jauregia, Bilbao, 27 de mayo de 2015. Tanja Ariane Baumgartner, mezzosoprano. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director: Erik Nielsen. Weber/Berlioz: Invitación a la danza. Berlioz: La muerte de Cleopatra. Stravinski: Le faune et la bergère. Stravinski: La consagración de la primavera. Aforo: 2164. Ocupación: 80%.

 

Uno de los rasgos más claros de Erik Nielsen en los conciertos que ha dirigido a la Sinfónica de Bilbao como titular es su inclinación a la corrección y la seguridad. Eso ha llevado a escuchar interpretaciones muy pulidas y limpias, en detrimento de la fortaleza expresiva. El sonido de la BOS con Nielsen es leve, porque los volúmenes se sacrifican en beneficio de la exactitud. “La consagración de la primavera” resultó beneficiada por esa tónica del maestro, por una razón sencilla: la obra no se deja domeñar, y sólo es preciso permitir que los profesores de la orquesta hagan su trabajo para que brote de forma natural y muy adecuada una versión importante, como fue el caso en este programa de clausura de la temporada de abono de la BOS.

Han transcurrido más de cien años desde el estreno de la esplendida obra de Stravinski. Podemos aderezar la Consagración con cuantos recuerdos de revista del corazón queramos acerca de su escandaloso estreno como ballet, pero nada queda de esos inciertos ecos, como nada queda del miedo (novelesco) de los espectadores en las primeras proyecciones de las películas de los Lumière. Nielsen entiende “La consagración” como un clásico, como una partitura centenaria y venerable, como un monumento cultural que no necesita de acentos pronunciados, sino de una exposición clara y fluida; supo hacer que en la tarima cada instrumentista se sintiera responsable y seguro, y “La consagración” resultó madura y bella, esculpida como una gloria, mimada entre algodones, lejos de lecturas que parecen evocar su vertiente juvenil e insolente (suponiendo que esta obra pueda hacerse realmente así a estas alturas, incluso tratándose de una obra extremadamente abierta). De modo que pudimos disfrutar no de una vieja proclama o de un ya apagado manifiesto, sino de una partitura maravillosa, redonda y serena, en la que el oficio de todas y todos surgió con esa libertad irreductible que brota de forma consustancial con esta obra.  Probablemente fue la mejor interpretación del periodo de Nielsen como titular de una orquesta dirigida en libertad. Una Consagración espléndida, con la mejor versión de la BOS atril por atril, y un impulso esperanzador cara a una próxima temporada que se presenta interesante y que, además, necesita serlo.

Aclarando que “La consagración de la primavera” borró por completo la interpretación de “Invitación a la danza”, en la tarde también se pudo disfrutar y mucho del canto de la mezzo Tanja Ariane Baumgartner. Hizo “La muerte de Cleopatra” (interesante, exigente e ingrata obra) exhibiendo una voz amplia y de gran belleza, quizá perjudicada por la peculiar acústica de la sede de la BOS. Pero cuando realmente se pudo disfrutar de Baumgartner fue con las tres canciones de Stravinski. Aquí la mezzo se llenó de intención, transmitiendo el soplo sensual de los textos de Pushkin, y más equilibrada con la orquesta que en la obra de Berlioz. Inteligente cantante, sin duda, en el empleo de una voz hermosa y amplia que encontró en Nielsen una complicidad exquisita.