A finales de los años setenta reinaba en Bayreuth Wolfgang Wagner, nieto del compositor. En 1976 tuvo la lucidez de encargar a una pareja de gran potencial renovador una tetralogía del Anillo del Nibelungo que se estableció de forma inmediata como el paradigma de la renovación de la escena en la ópera wagneriana: en el foso Pierre Boulez, en el escenario Patrice Chereau, director de teatro y cine, creador entre otras películas de «La reina Margot» y la particular «El hombre herido».
Aquel Anillo de Boulez y Chereau constituye en mi opinión el momento álgido y hasta el momento no superado de la visión moderna de la obra de Wagner, e introdujo la fascinante traslación desde un mundo de mitos germanos, nibelungos con casco y bosques y cavernas a otro de luchas de poder, enfrentamientos de clase, pulsiones humanas y venganzas y traiciones de una vertiginosa contemporaneidad. El propio Chereau decía que para el final del Götterdammerung se había inspirado en las barriadas obreras del Liverpool metalúrgico y desnutrido. No había retroceso posible: Wagner había avanzado hacia otro nuevo siglo. La producción del centenario del Festpielhaus de Bayreuth rebautizaba a Wagner de forma inapelable. El viejo Valhalla se había derrumbado para siempre.
En aquella producción de Chereau se contó con una Brunilda de gran presencia escénica, Dame Gwyneth Jones. Su sacrificio en el final del Anillo es un monumento escénico y un patrimonio irrenunciable de esa Ópera mayúscula que todos ansiamos vivir y escuchar. Desde entonces, ¿qué se ha vivido en Bayreuth? Las expectativas estaban puestas en la escena que se anunciaba de Lars von Trier, que finalmente no llegó a materializarse nunca.
Mi homenaje y agradecimiento a Patrice Chereau hoy, en el día de su muerte. Descanse en Paz.
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Grabación en Bayreuth en 1980 de la producción del Centenario del Festpielhaus. Canta Dame Gwyneth Jones.