Publicado en Territorios de El Correo, el 5 de octubre de 2024

El poema original que inspiró el segundo movimiento de la sinfonía Das Lied von der Erde de Gustav Mahler fue escrito por Qian Qi durante el siglo VIII, en la dinastía Tang. Este poema, Der Einsame im Herbst, llegó al compositor a través de una traducción al alemán incluida en la colección La flauta china, publicada en 1907. Esta traducción no fue directa del chino, sino que se basó en una versión francesa, que a su vez derivaba de una traducción previa al inglés. Este tortuoso camino de transmisión de un poema, aunque sorprendente para los estándares actuales de edición y traducción, no era infrecuente en aquella época.

Mahler, siempre en diálogo con la naturaleza, se sintió inmediatamente cautivado por el poema. Aunque escrito siglos antes en chino, su contenido evoca de manera directa la concepción occidental del otoño: un tiempo de recogimiento, de transición hacia el letargo invernal, de ocaso y melancolía. Estos temas han sido ampliamente explorados en la música, la poesía y las artes visuales occidentales, y gran parte de la obra de Mahler encaja perfectamente con esta visión. La naturaleza no solo le inspiraba, sino que penetraba en el color de sus composiciones tanto como lo hacía su propio estado de ánimo.

El poema de Qian Qi no describe el otoño como lo haría un poeta romántico europeo; sin embargo, ofrece una mirada reflexiva sobre el ciclo de la vida. Los versos evocan una naturaleza que se apaga: «El dulce perfume de las flores se ha desvanecido; un viento frío inclina sus tallos». Este declive no solo es un fenómeno físico observable, sino también un reflejo del alma humana, similar a lo que encontramos en la tradición poética occidental. Toda existencia humana es efímera y frágil.

En los primeros compases de Der Einsame im Herbst, Mahler evoca un paisaje otoñal sombrío: las cuerdas bajas crean un ambiente melancólico, mientras que las maderas murmuran como el viento. La melodía es lenta y descendente, reflejando la luz que declina rauda en los días más cortos de la estación. Mahler construye una atmósfera cercana a otras representaciones musicales del otoño en Occidente. Es el sonido del cansancio: «Mi corazón está cansado. Mi pequeña lámpara se apagó». Esta expresión retrata el agotamiento y la ya arraigada desesperanza del compositor durante su proceso creativo. A través de su música, Mahler profundiza en estos sentimientos universales, conectando la poética otoñal de Qian Qi con su propia mirada occidental.

Su Lied, como tantas de sus composiciones, proclama que ciertas emociones y símbolos —como el otoño— sobrevuelan culturas, y que unas notas y unas palabras bastan para trasladarnos, sin apenas transición, de la más dulce y serena de las atmósferas al más íntimo y solitario de los estremecimientos.