Andeka Gorrotxategi, tenor

Andeka Gorrotxategi, tenor

 

Publicado en Mundoclasico el 20 de enero de 2016

 

Bilbao, jueves 7 de enero de 2016. Sociedad Filarmónica. Andeka Gorrotxategi, tenor. Rubén Fernández Aguirre, piano. Francesco Paolo Tosti: Seis canciones. Giuseppe Verdi: Tre romanze (de Sei Romanze, 1845). Aita Donostia: Siete canciones populares vascas. Joaquín Turina: Homenaje a Lope de Vega, op. 90; Poema en forma de canciones, op. 19. Aforo: 930 localidades. Ocupación: 70 %

 

La Sociedad Filarmónica de Bilbao no regala la vieja tarima de su escenario ni a familiares de primer grado, salvo que musicalmente merezcan pisarlo. Solistas de cierto prestigio surgidos en el entorno inmediato de la Sociedad no han accedido nunca a presentarse en “la Filar”, y probablemente muchos de ellos no lleguen a hacerlo. Es más -aquí vuelco una impresión quizá infundada-, es posible que la proximidad encarezca el acceso, precisamente para establecer más allá de toda duda que en la casa priman la exigencia y el rigor. Ese es el contexto, y la presencia de Andeka Gorrotxategi en la temporada de la Filarmónica tenía por tanto el valor que tenía: no había en ella nada de concesión por vecindad, y de esa manera debe intentar objetivarse y evaluarse el paso del tenor por la histórica sala de conciertos.

Las Seis canciones de Tosti, algunas de ellas tan populares (entre comillas) como L’ultima canzone, representan un reto muy exigente para un cantante que se está anunciando con éxito en grandes teatros de ópera y debe, por tanto, realizar un ejercicio de gran precisión para adecuarse a una sala y un repertorio de cámara. En principio no es este el hábitat ideal para su voz: poderosa, de gran amplitud, con una tersura y una consistencia realmente admirables, y con una potencia sobradamente capaz de saltar sobre un foso y llenar un teatro de ópera sin medias tintas, y más al desnudo y desamparada por tanto en la canción, un género que necesita tanto del saber cantar como del saber contar junto al oído. Gorrotxategi fue afianzándose a lo largo de las canciones de Tosti, para después pasearse bien sobre las completamente prescindibles romanzas verdinas.

Tras el intermedio aguardaban las canciones de Aita Donostia, francamente sencillas y hermosas, y Gorrotxategi las cantó muy bien no tanto porque le fueran tópicamente próximas (por aquello de ser vasco) sino porque probablemente estaba más relajado y cómodo. Aunque tras la primera parte era obvio que no es un cantante de cámara, lo era también que estaba saliendo bien parado de la cita, apoyado en el extraordinario trabajo de Rubén Fernández Aguirre, clave sin duda en el buen resultado global del concierto. Joaquín Turina resultó muy bien, con un Gorrotxategi inteligente que parecía progresar ante el público de canción en canción, sabedor quizá de estar yendo de bien a mejor que bien a lo largo de toda la noche; sabedor, por tanto, de que aunque en la Filarmónica se escuchan mejores cantantes, su concurso en la temporada no desentonaba, sino que cuajaba, y disipaba dudas respecto a su presencia.

Se podría aventurar que Gorrotxategi salió de la vieja sala de Marqués del Puerto mejor y más maduro que cuando entró. Es un buen tenor, e incluso siéndolo ya tiene por delante un enorme margen de mejora. Qué privilegio. Cantar este repertorio puede ayudarle mucho a dotarse de técnica y estilo, no hay duda, y si vuelve (que debiera) dentro de un par de temporadas a la Filarmónica será para enseñar lo mucho que ha progresado a un público impecable que no le regaló nada, y que tampoco le restó nada. Muy bien, Andeka Gorrotxategi.