Escribí mi primer post en este blog hace dos años. Creo que en parte fue por la cercanía de mis cincuenta años, una cifra que poco tiempo antes se me antojaba muy lejana y cuya inminencia me produjo un fuerte vértigo. Sentí una cierta necesidad de expresarme y de hacerlo sin la mínima atadura. Es verdad que llevaba -y llevo, aunque con gran dejadez- muchos años escribiendo para El Correo, también con entera libertad, pero disponer de un blog me permitía varias cosas: la primera, no estar vinculado ni a la actualidad ni a la vigencia de los contenidos, sendas tiranías; la segunda, no estar limitado en extensión; la tercera, poder abrir y mirar donde quisiera, dejándome llevar por la curiosidad o la simple apetencia. Es verdad que el tiempo ha consolidado Abre y Mira como un espacio muy centrado en la música, pero también es verdad que he podido escribir de algunas otras cosas. Pero, de todo lo que me ha permitido disfrutar mi propio blog, quizás lo más importante ha sido poder escribir completamente de espaldas a la popularidad de mis textos, enfocado sólo al placer de expresarme. Algunos días he tenido muy pocos visitantes, como ayer mismo, un domingo en el que junto a un puñado de locales y de forma probablemente accidental hubo alguien de Colombia husmeando aquí y allá, supongo que por poco tiempo. En internet somos más y somos menos que simples sombras: pues somos nombres.
En estos dos años las redes sociales, que son las terminales a través de las que comunico que he escrito algo nuevo, han cambiado mucho. Hace dos años todavía era frecuente que los usuarios pulsaran la casilla de «me gusta» o hicieran algún comentario. Hoy, que los amigos interactúen en las redes es cada vez más esporádico: los «me gusta» y los comentarios son cada día más caros, y además ni siquiera se traducen en lectores reales del contenido anunciado: no se produce una conversión entre seguidores y lectores y la interactividad es cada vez menor. Es un fenómeno curioso, y no me afecta especialmente a mi -de hecho no me afecta, me parece un lujo-, sino a organizaciones de gran calado.
Si uno escribe sobre temas minoritarios debe esperar menos visitas y actividad que si escribe sobre temas populares, como el fútbol o la gastronomía. Ni por un momento hay que olvidar que España es el país de Forocoches: hay que asomarse a ese portal teóricamente enfocado al motor para comprender la naturaleza y densidad de muchas de las sombras que nos rodean. El fresco puede completarse viendo el ranking de las 25 páginas más visitadas en España (http://www.alexa.com/topsites/countries/ES). Ese es el contexto macro. En un ámbito más próximo a mis propias inquietudes, la página facebook de la New York Philharmonic tiene 331.351 seguidores, la página facebook de la Orquesta Sinfónica de Bilbao tiene 6.103 seguidores. Si se analizan páginas de ese tipo, Facebook es cada vez más un escaparate o un dispensador de anuncios, y menos un espacio de encuentro e interactividad, no digamos de debate. Proporciona visibilidad, pero en el ámbito de la música clásica -y sospecho que en otros- quizá no es una herramienta particularmente vendedora. Lo cierto es que ayer por la mañana, pese a los más de 330.000 seguidores en facebook y pese a ser la principal referencia musical de una metrópolis de 22 millones de habitantes, cualquiera podía volar a Nueva York y asistir al concierto del lunes noche en el Avery Fischer Hall, porque había entradas a la venta. En el programa, la NYPO y Joshua Bell: una auténtica estrella del violín, máxime en los Estados Unidos. En fin.
Vuelvo a Abre y Mira. Sigo muy agradecido a quienes lo visitáis. Para mi es una fuente de satisfacciones, porque en la mayoría de los casos conozco la mirada y en parte el pensamiento de bastantes personas de las que me leen. Eso hace que en mi blog me sienta un poco como en mi casa, aunque la puerta esté abierta a completos desconocidos. He aprendido mucho a través de esta actividad, y confío en seguir aprendiendo. Quizás lo más hermoso ha sido constatar que las personas que te encuentran por los buscadores buscan datos, nombres o conocimiento, como suelo hacer yo cuando navego, y eso está bien, mientras que los amigos y amigas que entráis porque lo sois me buscáis a mi y lo que pueda pensar y escribir. De vez en cuando. Esa es una responsabilidad relativa y muy distinta a escribir para un potencial enorme de desconocidos, y es muy satisfactoria. Por eso he disfrutado sobremanera escribiendo también sobre cosas personales, y probablemente lo siga haciendo, espero que por muchos años.
En términos puros de retorno de mi -relativo- esfuerzo, soy un tipo feliz: gracias a las redes sociales y a mi blog también he convertido en amistades reales a un puñado de personas que no conocía antes. Gracias y un placer.
©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2014– http://wp.me/Pn6PL-3p