Como cada año a estas alturas de diciembre, escribo unas reflexiones sobre lo que ha sido el año. La pauta que he seguido para establecer los temas ha sido rastrear mis propios post en facebook.
La Unión Europea y Gran Bretaña
Rota en pedazos por la pandemia, la Unión Europea sólo ha comenzado a transmitir cierta sensación de unidad y eficacia en el último tramo del año: la compra de vacunas y la aparente firmeza frente a Hungría y Polonia son pequeños peldaños desde la sima de silencio e inoperancia en la que la Unión estuvo sumida durante meses, mientras los viejos países restituían sus viejas fronteras para poner cerco a un problema claramente global y transfronterizo.
En paralelo, Gran Bretaña y la Unión negociaban para ordenar lo mejor posible las muchas consecuencias del brexit. El curso de las negociaciones, que han comprometido a equipos cualificados de ambas partes, ha transmitido imágenes borrosas y a veces vodevilescas, e incluso a escasos días de un nuevo límite final hay flecos sin cerrar. Lo lógico es pensar que esos flecos no impedirán un acuerdo ya muy maduro, sino que quedarán abiertos para negociaciones posteriores ya con cada pieza de ajedrez en su lugar en el tablero.
En todo momento he pensado que el brexit era en primer lugar un fracaso del proyecto europeo, un proyecto en el que por otro lado creo con convicción. También me ha parecido claro que no se trataba de una victoria para Gran Bretaña. El resultado lógico en esa situación con dos perdedores era darse tablas y apresurarse en la construcción de una convivencia que, en términos generales, beneficie a toda la ciudadanía europea, sea comunitaria o extracomunitaria. Faltan horas para que el acuerdo se alcance, no imagino que no sea así.
Trump
2020 ha sido un año muy duro, pero podría haber sido peor, ¿imaginan que el presidente norteamericano hubiera sido reelegido? Lo que nos llega de Donald Trump en su derrota es espantoso, así que mejor no imaginar qué hubiera sido su victoria. En mis enriquecedores diálogos con Jordi Moragues, de quien tanto aprendo, dimos en comparar a Trump con un personaje de la saga Fundación de Asimov, El Mulo, una anomalía en términos de psicohistoria. Jordi Moragues supo leer la política de Trump con gran lucidez, anticipando bastantes de sus pasos. Supo, por ejemplo, que si perdía se iría haciendo todo el daño posible, pues Trump transforma el daño en cultivo.
Para mí, la portada del The New Yorker que he elegido como cabecera de estos comentarios es el resumen del año: un inmaduro narcisista en un contexto enloquecido.
Black Lives Matter
El racismo, como la aporofobia, son prejuicios profundamente arraigados en amplios sectores de nuestras sociedades. El movimiento Black Lives Matter es un peldaño más en la conciencia y necesaria respuesta colectiva contra el racismo, y está por tanto teñido de resonancias contra el mal ejercicio del poder y los desequilibrios sociales.
Pymes y autónomos
Dañadas o mortalmente heridas, las pymes han afrontado y están afrontando un año durísimo. También los autónomos, algunos de ellos arracimados en sectores laminados por la crisis sanitaria. Mención aparte merece la hostelería, capaz de posicionarse como diana y crisol de todos los perjuicios con cierta insolencia y fuerte apoyo mediático.
En el otro fiel de la balanza se encuentran los funcionarios, cuyo número se incrementa sin que ese incremento se traduzca necesariamente en una mejor función pública. Pensar en algunos de ellos y ellas con sus sueldos íntegros y contando los moscosos con los dedos es hiriente para muchas personas en dificultades. Que la carrera funcionarial sea el sueño de toda una generación es sintomático.
Vídeollamadas, hogar, industria alimentaria
Cuando estalló la pandemia temí que las comunicaciones colapsaran. Pero no lo hicieron, y los hogares y zonas que contaban con unas condiciones razonables de conectividad la pudieron aprovechar sin sobresaltos. Esas infraestructuras son grandes triunfadoras de este maltrecho 2020 y se han impuesto como esenciales. Hay que extender y proteger el derecho a utilizarlas.
También ha triunfado el hogar, cuando ha reunido unas condiciones suficientes de bienestar. En los meses del gran miedo, en primavera, el hogar era un espacio protector y su puerta una frontera. La mascarilla o el gel eran como prolongaciones del hogar en unas calles amenazantes, recorridas por un enemigo insaciablee. En casa estaban las series, muchas de ellas de gran calidad. Destacaré The new Pope, con un Silvio Orlando maravilloso; This is us, que fascina en casa (yo no la sigo); para ver en familia, The Mandalorian y Victoria; Patria, para quienes no conozcan el libro; y Antidisturbios, sin duda.
Lo he comentado ya en distintos momentos y lugares, la cadena alimentaria también respondió de forma admirable. Los desabastecimientos de bienes como el papel higiénico o la harina son simples cuentas del rosario de anécdotas que deja tras de sí la tragedia. Admirable el trabajo de muchas personas en los supermercados.
Niños y ancianos
Cuando se avecinaba el comienzo de curso, había mucho miedo porque se esperaba que los contagios aumentaran en los colegios -o a través de ellos-. No ha sido así, no al menos en la medida que se temía, porque la población escolar se ha mostrado responsable y disciplinada desde edades muy tempranas. Niños y niñas han sido en general ejemplares, al menos en mi entorno. A medida que aumentaba su edad, las precauciones se disipaban, cierto; pero incluso si adolescentes y jóvenes han sido protagonistas de numerosos episodios bochornosos, una notable mayoría se ha comportado con sentido común.
En el otro extremo de la vida, los ancianos han sido muy valientes y resilientes y también víctimas de un conjunto de problemas sociales detonados por la pandemia, como las condiciones de vida en muchas residencias o la soledad. Una de las fotos de la pandemia es, para mí, esta en la que efectivos de la UME avanzan mientras unos residentes les miran tras el cristal. La foto es de Carlos Spottorno para El País. Un infierno.
La monarquía y Juan Carlos I
Juan Carlos I, y no como víctima de una campaña de desprestigio sino gracias a sus indignantes y desoladores actos, se ha erigido como uno de los monumentos del desprestigio institucional -y político, podría añadirse-. Los intentos de separar la institución monárquica como tal de las andanzas del emérito son comprensibles, pero temo que infructuosos. Cosa distinta es si España goza de la madurez política y ciudadana suficiente como para constituirse en república. Hacernos esa pregunta no nos convierte en monárquicos.
Lo público
La sanidad o la educación públicas (concertada incluida) se han mostrado esenciales en la vertebración de nuestro entorno social y en su capacidad de respuesta ante la crisis, pero existe el riesgo de olvidarlo pronto. No se debiera.
Las palabras del año
Casi todas ellas relacionadas con la crisis sanitaria: pandemia, erte, videollamada, confinamiento, gel -y cualquier otro artículo de asepsia relacionado-; balcón, aplauso, distancia, teletrabajo, online, familia, sanitarios, suspensión, residencias, vacuna, vacío, silencio, frontera, negacionismo.
Pensemos en su luminoso reverso. Surgirán palabras como presencia, salud, trabajo, contacto, tacto, intimidad, presencia, celebración, bullicio, verdad, globalidad. Estas palabras han sido secuestradas, pero precisamente eso las hace especialmente protagonistas. Las palabras también son víctimas de los conflictos y las crisis, pero casi siempre se sobreponen.
DEP José Luis Cuerda, Mirella Freni, Quino, Max von Sydow, Ennio Morricone
Conocí un poco a José Luis Cuerda y le traté en distintas ocasiones. Era un hombre brillante desde cualquier faceta que se le mirara. Tenía un lenguaje de una amplitud y profundidad admirables. Es la primera de las muertes que reseño este año. A Mirella Freni la entrevisté hace 40 años (Dios mío) y la escuché cantar varios papeles. Era fabulosa. Cantaba sin reservas. Sin duda una de las grandes sopranos que he escuchado. Sentí su pérdida.
Los dibujantes de prensa pueden ser grandes editorialistas -Plantu, Forges, El Roto, Peridis…- y grandes humanistas. Entre estos contaba Quino. Sus tiras están adheridas a mi disfrute y mi enriquecimiento a lo largo de gran parte de mi vida, a la que pertenecen plenamente sus personajes.
Max von Sydow o el caballero que jugaba al ajedrez con la Muerte en El séptimo sello, uno de los grandes títulos de Bergman, en una secuencia que tengo grabada desde la primera vez que la ví, hace ya tiempo. Y Ennio Morricone, un compositor inimitable, una personalidad musical desbordante. Muchos se han parecido a John Williams, ninguno a Morricone.