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Rafael Frühbeck de Burgos. ©BOS90 Erakusketa / BOS, Bilbao, 2013

 

Publicado en El Correo el 6 de abril de 2013

 

El 8 de octubre de 1958 Rafael Frühbeck de Burgos dirigía su primer concierto al frente de la Sinfónica de Bilbao. Tenía 25 años recién cumplidos y acababa de regresar de terminar la carrera de dirección orquestal en el Conservatorio de Munich con las mas altas calificaciones. En el programa incluyó a dos de sus compositores más apreciados, Wagner (preludio de “Los Maestros Cantores”) y Richard Strauss (“Don Juan”), junto a Haydn (Sinfonía en Re mayor) y Chaikovski (“1812”).

Primer periodo de contrato

Frühbeck de Burgos asombraba. Recientemente pude conversar con unas personas a quienes dirigió en el estreno memorable de “Carmina Burana” en el bilbaíno Teatro Buenos Aires. Le recuerdan casi niño, pero poderoso y enseñoreado, con una precisión y una elegancia deslumbrantes, todo carácter y capacidad. “Se notaba en unos minutos que iba a ser un director grandísimo. Bueno, ya lo era”, me comentaban.
Al término de la relación de Antoine-Pierre de Bavier con la BOS, los responsables de la orquesta decidieron apostar por aquel joven maestro sin experiencia como titular de una formación sinfónica. Ya había dirigido a la BOS en algunos programas y se decidió contratarle por dos temporadas. El joven Frühbeck iba a ligarse a la BOS hasta 1961, en el primero de sus dos periodos como titular. El acuerdo se comunicó desde la Alcaldía de Bilbao el 25 de febrero de 1959. Incluía un ambicioso plan de giras con la BOS: Burgos, Valladolid, Logroño, Gijón y Oviedo y otros destinos, entre ellos San Sebastián, Vitoria o Santiago de Compostela. La BOS, de acuerdo a los designios de la política cultural del periodo, ejercía su mando como “orquesta del norte” y lo hacía presentando a los públicos al joven maestro. El efecto sobre la “marca Bilbao” hubo de ser muy fuerte y positivo: eran tiempos en los que la BOS ejercía de embajadora de la Villa. Viajaba en sus propios vagones de tren para profesores, instrumentos y utilería de ciudad en ciudad. Una gran tarjeta de visita para presentar Bilbao como gran urbe, y también, inevitablemente, una gran tarjeta de visita para que el joven Frühbeck viera su fama rápidamente incrementada.
Mientras Frühbeck iniciaba en Bilbao su carrera como director de orquesta, la Nacional de España penaba en ausencia del malogrado Ataúlfo Argenta, brillante maestro de proyección internacional que, habiendo sido su titular desde 1947, moría en 1958 a la edad de 45 años, es decir: también muy joven. Entre Argenta y Frühbeck existe un vínculo tal vez etéreo a través de la BOS: Argenta había estudiado en Lieja con Armand Marsick, el primer director de la Sinfónica de Bilbao y había de sustituirle al frente de la Nacional otro titular de la BOS, el propio Frühbeck de Burgos, que ya venía prodigándose como director invitado en la Nacional tras la muerte de Argenta.

Segundo contrato

El 24 de junio de 1961, Rafael Frühbeck escribe y firma un tarjetón a la atención de Vicente Elías, presidente del Patronato Juan Crisóstomo de Arriaga, en el que comunica: “Tengo el placer de manifestarle que dichas condiciones [del contrato como titular por tres temporadas] son de mi absoluta conformidad, por tanto las acepto plenamente”. Frühbeck quedaba unido a la BOS hasta 1964, pero este contrato se rompió apenas año y medio después, en el otoño de 1963.

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Frühbeck acepta la renovación de su contrato. ©BOS90 Erakusketa / BOS, Bilbao 2013

Frühbeck se marchaba a la Nacional de España. El golpe se acusó en Bilbao. Se conservan en los archivos de la BOS los borradores de la carta que se envió desde el Patronato a la dirección general de Bellas Artes, protestando que se contratara a Frühbeck sabiendo de la existencia de un contrato en vigor. Lo curioso de estos borradores de la protesta es que se hayan conservado mecanografiados y profusamente corregidos y reelaborados a bolígrafo, probablemente por quien había de ser firmante, Vicente Elías. Sabemos por estos borradores que la BOS supo del abandono de Frühbeck de Burgos por la prensa madrileña, no por comunicación de la Nacional, la dirección de Bellas Artes o el propio maestro burgalés. Sabemos también que se sopesó cada palabra: en los años de cénit franquista no era prudente desairar a las autoridades políticas o contradecir sus designios. La carta es por tanto un ejercicio de equilibrio lleno de cautelas. Fue contestada por Gratiniano Nieto, director general de Bellas Artes.

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El director de Bellas Artes considera un honor para Bilbao que Frühbeck incumpla su contrato. ©BOS90 Erakusketa / BOS, Bilbao, 2013

Profesor de Numismática y Epigrafia, Gratiniano Nieto llegó a rector de la Autónoma de Madrid en plena transición (1977 a 1981), y en los años cincuenta navegaba cómodamente a bordo de la galera franquista. Su respuesta al Patronato de la BOS carece de cautelas y equilibrios, y de cualquier otro tipo de inquietudes, siquiera de tipo formal. Se estructura en dos o tres ideas principales: una, que si no se ha comunicado nada a la Sinfónica de Bilbao ha sido por negociar con cautela; dos, que no se causa problema a Bilbao en cuanto a la programación comprometida por Frühbeck de Burgos, ello dicho con pocos meses de antelación a una temporada totalmente cortocircuitada con su marcha a Madrid. Finalmente, Nieto escribe: “El que su director haya sido designado para dirigir la Orquesta Nacional /…/ lejos de constituir una desconsideración a esa Orquesta [Bilbao] es el reconocimiento de la valía de sus componentes”. Es decir: que si Frühbeck deja Bilbao es un honor para los bilbaínos, dado que lo hace por la Nacional.

A modo de corolario

Siempre han existido casos de maestros precoces y brillantes, en busca de orquestas progresivamente mejores sobre las que avanzar en su carrera como directores. Hay formaciones sinfónicas que son canteras, y otras que son metas, y esta es una ley no escrita. Para el joven Frühbeck de Burgos, la BOS fue lanzadera, como lo ha sido después para Juanjo Mena, o como la Sinfónica de Euskadi lo ha sido recientemente para Orozco Estrada. Quizá una buena manera de enfocar la situación actual –y tradicional- de las orquestas vascas sería preguntarse: ¿es factible convertirlas en meta de un gran maestro? Pregunten al joven Frühbeck.

 

©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2013 – http://wp.me/Pn6PL-3p