Llegué a vivir a Amorebieta hace ya unos años. Me llamaron la atención muchas cosas, entre ellas que el euskera se empleaba profusamente en las calles y los comercios, cosa que en Bilbao no sucedía, y que sigue sin suceder al menos en el Bilbao social que yo conozco. También me sorprendió comprobar que la cohabitación entre el sector de Batasuna (no apostaría a cómo se llamaba entonces este conglomerado) y el resto de la sociedad era necesariamente mas íntima y difícil de disociar que en la ciudad. Los lazos personales se mantenían y eran resistentes pese a las sólidas diferencias ideológicas y políticas.

Amorebieta: una pintada

Irati Maravillosa

Una tarde, llegando a casa, fijé mi mirada en una pequeña pintada en un pilar: “ETA / IRA”. En un principio la deseché como una mas de esas que abundaban tanto en Euskadi, con sus fachadas y muros tan cargados de tantas política y memoria, de tanto sufrimiento y tanto empeño errado, pero luego percibí que esas siglas eran parte de una pintada mayor y de una vertiente muy distinta: “GARA ETA IRA” [Garazi e Irati]; y justo a su izquierda  un corazón, y junto al corazón estaba escrito: “Irati maravillosa” y me entusiasmé. Empleé la pintada como pretexto para un artículo que titulé “El triunfo de Afrodita” y que envié a El Correo, pero que este periódico (el mío) por alguna razón no publicó (cosa que no recuerdo que me hubiera sucedido hasta esa fecha). Pego un fragmento:

“Irati maravillosa” es la metáfora de los cambios que vive la sociedad vasca: es el triunfo de Afrodita sobre Marte. Por mas que alardeen de su fuerza y exhiban sus razones y esgriman sus agravios, los militantes fanatizados que creyeron –o acaso creen, en una minoría cada vez más fosilizada- que sus ideas merecían conquistarse con violencia y sangre ya son historia; lo son por más que las dentelladas de una facción malherida pudieran causar horror y pesar a una sociedad que repudia el terror en una mayoría abrumadora. Euskadi transita de la imposición y la conquista violentas a la fragilidad necesaria de la persuasión y el deseo”
 

Euskadi: una foto

hijas-eguiguren-otegi

Tiempo después, vuelvo a ver la mirada y la sonrisa de Afrodita en dos muchachas jóvenes. Se apellidan Otegi y Eguiguren, y las dos podrían ser la Irati maravillosa de la pintada. Tienen todo el derecho a vivir, sonreír y disfrutar sin sentirse enemigas o distantes por sucesos respecto a los que ellas no pueden ser sino inocentes. Tienen derecho a mirarse sin dañarse, sin recordar. Hay que trabajar para limpiar las paredes de Euskadi de dianas y luto. Yo quiero que mis hijos pinten las paredes con sus desamores o sus efímeras fidelidades eternas, no con cárceles y agravios, no con amenazas ni venganzas. Los padres de estas niñas son pasado, los dos, pero ellas representan un futuro para Euskadi sin sombra de muerte ni terror ni ruidos destructores. Un futuro en paz, con sonrisas cómplices y confidencias, que vivirán estas dos niñas que se saben frágiles como para necesitar apoyarse y fuertes como para hacerlo. Bravas y maravillosas niñas: gracias por sonreíros.

Quiero dedicar este texto a Jesús Eguiguren y Rafaela Romero, padres inteligentes, comprometidos y responsables. De la niña que posa en la foto junto a la hija de Otegi dijo su madre en diciembre de 2011: “Nunca había podido ir en autobús con mi hija, ha sido un momento muy especial” (http://www.diariovasco.com/v/20111226/politica/nunca-habia-podido-autobus-20111226.html)

Que nadie sueñe que les puede dar lecciones.

 

©Joseba Lopezortega Aguirre, Bilbao, 2013 – http://wp.me/Pn6PL-3p